jueves, 29 de marzo de 2012

REQUIEM POR KODAK


   
  Con el pegadizo eslogan “Presione un botón, nosotros hacemos el resto”, George Eastman fundó oficialmente en 1888 la compañía Kodak, la cual fue acompañada de la primera cámara compacta que hacía que cualquiera, en la época, pudiera hacer fotografías.

  Mucho tiempo y cámaras han pasado, desde ese primer momento en el que Eastman se propuso crear una compañía, que hiciera que el uso de las cámaras fuera “tan práctico como un lápiz”. Desde esos inicios y hasta la actualidad, Kodak se ha convertido en un referente a nivel mundial, cuando de fotografía o cine se trata. Con la invención de nuevas cámaras, emulsiones y tipos de película, Kodak siempre ha estado a la vanguardia de la imagen. Gracias a la su producción comercial del rollo flexible, permitió a Thomas Edison desarrollar una de las primeras cámaras,que captaban imágenes en movimiento, en 1891. En el mismo año en que se descubrieron los Rayos-X, Kodak inició la fabricación de placas radiográficas y de películas de cine. Desde este momento, le siguieron la creación de una película especialmente diseñada para el cine sonoro, formatos de película a color Kodachrome, primero para de 16mm y luego para 8 y 35mm… Y muchos más avances que hasta le hicieron ganar un Oscar en el año 1952, por el desarrollo del Eastman Color Negative y el Color Print Films.


  Está claro que hablar de Kodak es hablar de cine y fotografía; y que el séptimo arte no hubiera sido lo que es técnicamente ahora, sin esta gran compañía. Parecía que todo iba a seguir igual hasta que la era digital empezó a revolucionar el mundo audiovisual. Con los nuevos formatos ya no hace falta rodar con película, solo se necesita una cámara digital, un buen objetivo y tarjetas de memoria o discos duros, para conseguir una calidad que (aunque los puristas, como Spielberg, Tim Burton, J.L. Guerín o Tarantino no lo admiten) es casi equiparable al celuloide.

  En el año 2000 el pionero realizador George Lucas decidió rodar su nueva trilogía de Star Wars en formato digital, encargando a Sony y Panavisión la HDW-F900 (o CineAlta), la primera cámara de cine digital profesional. Y como él, otros cineastas como D. Fincher, J. Cameron o M. Mann, ahora ruedan principalmente en digital.



  Con las cámaras de cine digitales y los nuevos procesos de producción, ya no es necesario revelar la película, lo que abarata considerable los costes de rodaje y permite mucha más flexibilidad a la hora de rodar (ya que las cámaras son más pequeñas y menos pesadas). El sueño que Eastman imaginó para la fotografía el mundo digital lo ha extrapolado al cine, ya que ahora cualquiera que disponga de una cámara digital puede crear sus películas caseras, editar en material en su propio ordenador y hacer las copias que necesite. Claro está que no solo hace falta una cámara de video para ser cineasta como no solo hace falta una cámara de fotos  para ser un buen fotógrafo, pero por lo menos ahora está al alcance de la mayoría.

  A lo mejor Kodak no lo vio venir, y pensó que lo digital, estaría reservado a la creación audiovisual amateur y que el celuloide permanecería; pero la verdad es que el 19 de enero de 2012 se declaró en quiebra “para reorientarse en el mundo digital”, aunque ya en 2011 el 75% de sus ingresos venían de sus materiales y tecnologías digitales. Ahora solo queda esperar, aunque al celuloide aún le quedan años de vida y siempre estará ahí para los más nostálgicos, pero la realidad es que el mundo digital ha llegado para quedarse y aquí se impone la máxima de renovarse o morir.



Selina K.

domingo, 22 de enero de 2012

Las ¿Novedades? De 2012



El 2012 ya ha empezado, y como todos los años los cinéfilos esperan con ansia las novedades que vendrán de Hollywood. Aunque quizá  la palabra novedades no sería la mejor para definir lo que está por venir, este año las palabras mas acertadas serían remake, adaptación o secuela, ya que desde hace algunos años Hollywood va a lo seguro, y cuando miramos los próximos estrenos nos encontramos que (con suerte) por cada guión original hay un par de secuelas.
   
Underworld 4, Ghost Rider 2, Los vengadores, Furia de Titanes 2, El Legado de Bourne, Los Mercenarios 2, Men in Black III, El increíble Spiderman… y una larga lista de películas que son una continuación o un remake de algo que ya estaba hecho. ¿Se ha acabado la originalidad? ¿O es más fácil ir a lo “seguro”  realizando refritos de películas, que con una sola entrega era suficiente? Y aunque es cierto que algunas pueden llegar a entretener, también lo es que corren mayor riesgo de terminar cansando, como ya pasó por ejemplo con la trilogía de The Matrix (1999), que terminó haciendo de una película original, una saga enrevesada que no dejó buen sabor de boca. Pero no todo es malo en estas películas, muy de vez en cuando las trilogías acaban y el público se queda con ganas de más, un ejemplo de este fenómeno es la esperada Batman: The Dark Knight Rises, la tercera y última parte de la nueva trilogía de Batman dirigida por Christopher Nolan que llegará el próximo verano.  Un proyecto que, ya desde el principio, innovó partiendo de algo que ya estaba hecho y dándole un nuevo enfoque. Aunque lo que también ha ayudado en su éxito es su dirección cuidada y un reparto bien escogido que hace que, por lo menos hasta la segunda entrega The Dark Knight (2008), y a la espera de la tercera, ya haya superado a su predecesora. Pero esto es una excepción que confirma la regla en este año.

Y es que es cierto que hacer algo que ya es familiar nos puede resultar más fácil, pero quizá sería mejor, de vez en cuando, apostar por la originalidad corriendo un poco de riesgo, aportando algo nuevo y fresco a la cartelera. Claro que sirve de precedente que algunas de las películas más taquilleras a nivel mundial, en 2011, fueran segundas, terceras o incluso octavas partes, como fue el caso de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (parte2)Transformers 3 o Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas. Con estos datos, lo que está claro es que en los próximos años nos esperan muchas más secuelas.



















Selina K.